Resumen:
El 30 de junio de 1680 en honor de Carlos y de su recién desposada, la reina María Luisa de Orleans, se celebró en la plaza mayor de Madrid, uno de los más importantes Autos de fe que la Inquisición haya implementado hacia finales de su época de esplendor. En efecto, esa jornada desfilaron por las calles de la Villa y Corte de Madrid, más de medio centenar de judaizantes arrepentidos, veintiún contumaces sentenciados a la hoguera e inclusive once penitenciados entre los que se contabilizaban brujas y bígamos. El Auto implementado en defensa de la fe -y de todo ¡o que ella implicaba en la modernidad clásica española- aspiraba, en tanto homenaje a los soberanos, a una trascendencia y a una significación socio-política, como para ser presidido por el mismísimo Inquisidor General, el gallego y canonista, Fray Diego Sarmiento de Valladares . Durante las ceremonias, que fueron de grandes proporciones, a dos de los que hasta ese momento habían persistido en el error mosaico, se les perdonó la vida como acabada muestra de la clemencia inquisitorial.