Resumen:
En la literatura coexisten dos mundos: una referencialidad reconocible y una remodelación de la misma. En dos grandes novelas de Stendhal, Rojo y negro y La cartuja de Parma, también encontramos dos mundos: el ficcional y el sociopolítico, enmascarado éste en aquel primero. Como ocurre en la novela pastoril, en las novelas de Stendhal los personajes recurren al disfraz y a la máscara para atravesar límites geográficos y barreras político-sociales.
Los héroes stendhalianos son rebeldes que saltan murallas y reglas en un ímpetu anárquico que se oculta tras la hipocresía.
Asimismo, la novela pastoril y la stendhaliana presentan una doble estructura en cuanto al proceso que implica utilizar el engaño para descubrir realidades escondidas. En los textos de Stendhal se esconde –bajo diversas máscaras- su verdadera identidad. En efecto, esas máscaras son los numerosos seudónimos literarios y los más de cien apodos que utilizara en su correspondencia y papeles íntimos. Stendhal no era una personalidad múltiple sino una sola persona elusiva que disfrazaba así su timidez. No es extraño, entonces, que esta modalidad del autor se traslade a la propia narrativa ficcional que se hace evidente en los disfraces y máscaras que usan sus personajes.
El motivo de este recurso de ocultamiento de la identidad ha de buscarse en el espacio y tiempo donde los héroes se mueven: una sociedad estratificada que juzga a sus miembros por el nacimiento, la posición social y el dinero. En ese mundo, todo se juzga por las apariencias y la hipocresía esconde los móviles dictados por la pasión del amor y el dinero.