Resumen:
En “Las Palabras y Las Cosas” Michel Foucault ha argumentado acerca de la existencia de dos grandes discontinuidades en la episteme occidental: la que inaugura la época clásica hacia mediados del siglo XVII y la que, a principios del siglo XIX señala el umbral de la modernidad 1. Es a partir de esta última ruptura que se desarrolla la Geografía como ciencia moderna, pudiéndose reconocer, desde ese entonces, la primacía del sustento filosófico del positivismo y del historicismo, alternativamente, en sus formulaciones teóricas y en la producción científica misma.Si bien la noción khuniana de “paradigma” 2 para explicar la Historia de la Ciencia ha sido objeto de grandes controversias y finalmente de críticas respecto a su capacidad explicativa acerca del desarrollo real de las teorías científicas, creemos válido apropiarnos, en sentido amplio, de dicho concepto para presentar la oposición que en los planos ontológico, metodológico y gnoseológico diferencian a las corrientes de pensamiento Positivista e Historicista, para luego adentrarnos en el análisis de ellas en el pensamiento geográfico y en la geografìa fìsica en particular. El ‘enfrentamiento’ entre estas dos posiciones fue propuesto durante el siglo anterior por el filósofo alemán Ernest Laas en su obra Idealismus und Positivismus (1879-1884), en la que presentó a la Historia de la Filosoría como un enfrentamiento entre dos doctrinas fundamentales: el platonismo (o idealismo) y el positivismo. El primero se caracteriza por el apriorismo o innatismo, el racionalismo, el espiritualismo y la teleología, mientras que el segundo, reconoce como único fundamento los hechos positivos y exige que todo conocimiento se sustente en hechos o experiencias.