Resumen:
Casi 1100 millones de estudiantes y jóvenes de todo el mundo están afectados por el cierre de establecimientos educativos debido al brote de la COVID-19 (UNESCO 2020). Organismos internacionales advierten los costos sociales y económicos y la exacerbación de las desigualdades educativas que esta situación ha generado. Las desventajas son desproporcionadas para los estudiantes más pobres, quienes tienden a tener menos oportunidades más allá de las que ofrece el sistema educativo. A esto se agrega: compromisos en la nutrición, pues muchas escuelas cubren esa necesidad; padres no preparados para la educación a distancia y en el hogar, brechas en el cuidado de los niños, con especial presión hacia las mujeres (UNICEF, 2020); altos costos económicos pues los padres que trabajan tienen más probabilidades de faltar al trabajo cuando cierran las escuelas para cuidar a sus hijos, aumento de las tasas de deserción, aislamiento social, desafíos para medir y validar el aprendizaje, y un largo etcétera (UNESCO, 2020). Esta ponencia da cuenta de las estrategias de los estados para afrontar la pandemia, analiza el impacto de las medidas e identifica viejos y nuevos problemas de la escolarización en ese contexto.