Resumen:
Según Jara y Salto (2016) existe una deuda ética y política que se ha transferido a múltiples generaciones sin que alguna de ellas pudiera, al menos, saldar algo de ella: la visibilización del otro/a colonizado/a. El discurso de la colonización fue tan efectivo que durante 5 siglos se ha mantenido: Civilización o Barbarie. ¿Por qué una invención? Principalmente porque la construcción colonizadora consistió en justificar procesos de dominación a partir de la conquista, la colonización y la evangelización en el continente.
“Las fronteras marcan, sirven para delimitar quienes están dentro y quienes están afuera. Para exterminar a otro, hay que ponerlo primero afuera. Ese afuera es geográfico, pero también político y simbólico. Un afuera que amenaza” (Levy, 2004, p. 151).
Podemos encontrar diversidad de usos del término “indio” o “indígena”, dentro de un tipo de construcción histórica social y cultural. En algunos casos en referencia a una condición de salvaje, incivilizados e inferiores, en la que se entiende al “indio” como descendiente y nativo de los territorios americanos quien, en el proceso de conquista, será relacionado con la condición de colonizado.
“De esta manera, como sostiene Bonfil Batalla (1971), el indio es construido a imagen y semejanza de ese pensamiento e imaginario, y en esa construcción “el indio” y el “indígena” son inventados como cultura indígena por los europeos. Invención en la que “los indígenas pasaron a ser los nuevos salvajes-bárbaros de los civilizados europeos” (Barabas, 2000, p. 11 citado Jara Salto, p.366). Esto sirvió para justificar la dominación europea sobre la población americana. Por un lado, lo político y económico en tanto dominación territorial y la apropiación de las riquezas de América. Por otro lado, la estigmatización cultural sirvió para imponer la evangelización y la cultura europea sobre los pueblos originarios.