Resumen:
El descubrimiento de ruinas, principalmente en Pompeya, durante el siglo XVIII, incentivó el interés e importancia artística de los restos del pasado. Las ruinas son ambivalentes; por un lado, son víctimas del tiempo destructor pero también se alzan como resistencia al mismo, desafiando la aniquilación total.
Los poetas y escritores románticos hicieron un culto de las ruinas y de los sonidos y extraños acontecimientos a los que, muchas veces, están asociadas, tal como queremos mostrar en esta obra.
En ella, Thomas Hardy presenta un paisaje rural con ruinas correspondientes a la antigua familia D’Urberville y cuya protagonista es una joven pobre, legítima heredera de un apellido usurpado por un nuevo rico llegado desde el norte de Inglaterra. Esos restos de mansiones y viejos cementerios donde yacen los esqueletos de los antepasados de Tess, diseminados en el sur de Inglaterra, constituyen una ironía del destino ante la pobreza de la joven y de su familia, que han sido despojados de sus antiguos bienes por una nueva clase social surgida del capitalismo.
No obstante, no es solo dicha ironía lo que las ruinas significan para la pobre familia de Tess. También los restos de las viejas propiedades, a lo largo del relato, señalan el sino trágico de la existencia de la heroína, condenada por una sociedad de criterios victorianos y convenciones que Hardy señala como caducos y carentes de auténticos valores humanos.