Resumen:
La posibilidad de compartir un libro es siempre una experiencia que nos posibilita seguir aprendiendo.
Este libro tiene el valor de comunicar un conocimiento pedagógico sobre la propia práctica docente.
La autora, Fátima Evelin Mariscal Antelo, nos explica que se ha comprometido con la tarea de escribir para poder compartir una experiencia que ha promovido, organizado y sostenido desde sus responsabilidades, como directora primero y luego como supervisora de escuelas primarias públicas de laprovincia de Neuquén.
Comparte en este libro el proceso de configuración, de definición de la identidad pedagógica y de institucionalización de la figura de Maestra, Maestro de Apoyo.
Elaborar una sistematización y teorización de una experiencia pedagógica es construir una narrativa de una práctica escolar, cuya ‘densidad’ implica describir el ‘mundo escolar’ que la aloja, las acciones,
actividades que tienen lugar, los sujetos y sus interacciones, y también las razones que la impulsan, la desarrollan y la modifican en el proceso.
Esta ‘densidad’ es la que estructura un texto que pone el foco en el movimiento de génesis, desarrollo y situación actual de la tarea, función, identidad pedagógica de la Maestra y / o Maestro de Apoyo.
Es una experiencia que se inicia como un Proyecto Institucional de “Retención Escolar y Atención a la Diversidad” en el año 2002, en un contexto nacional y provincial de crisis económica y social, que coloca el foco de análisis en la problemática del fracaso escolar, interpelando los discursos pedagógicos conservadores, de construcción del estereotipo del ‘alumno / alumna con dificultades de aprendizaje’.
Como grito ético, el proyecto plantea colocar el problema en la enseñanza para comprender a quienes “reclaman aprender de otra manera”, tienen derecho a aprender y pueden aprender.
El sello de origen del proyecto que se consolida como política institucional es el de la Justicia Escolar, puesto que se asume la responsabilidad de demostrar que todas y todos piensan y pueden aprender, como
principio que permite construir lo común, desnaturalizando lo que de “natural” se ha construido sobre la desigualdad.
El libro comunica la experiencia desde la historia y los contextos que la definen, la organizan y la consolidan en la actualidad como un curso de política educativa jurisdiccional.
El libro ‘enseña’ como ha sido posible sostener la decisión como política y como pedagogía, habilitando la presencia de las siguientes claves: decisión política pedagógica desde el inicio; problematización
constante de sus contenidos; procesos de ampliación de la experiencia en la comunicación y socializaciónintra e interinstitucional de la misma y organización de un dispositivo de formación docente situada,
planificada, sostenida en el tiempo y articulada entre pares.
En esta combinación de decisión, intervención, formación y evaluación de la práctica, se produce conocimiento pedagógico y didáctico sobre la identidad y el sentido del trabajo docente de Maestras y
Maestros de Apoyo.
El texto va argumentando, justificando y comunicando el conocimiento producido mediante la propia historia de los debates y de los giros conceptuales conquistados, en el necesario proceso de problematizar
la realidad para desnaturalizar biografías sociales, escolares, condiciones de vida y condiciones de escolarización.
Como lo explica la autora se produjeron pasajes conceptuales que posibilitaron redefinir la interpretación y comprensión y por ende las estrategias de intervención pedagógica, sobre lo que en principio fue el
fracaso escolar. Es en este camino de construcción de una mirada compleja y crítica sobre el fracaso escolar y los problemas de aprendizaje’ que se va trabajando la nueva figura docente como sostén del derecho a la
educación, en sus tramos de acceso y de permanencia.
El foco del análisis pasó de los problemas de aprendizaje del alumno / a la problematización de las estrategias de enseñanza, las modalidades de organización del trabajo docente y las condiciones de escolarización.
En estas rupturas epistemológicas, sociológicas y pedagógicas se dio el cambio de identidad de la figura docente, de Maestro /a Recuperador / a Maestra /o de Apoyo. La decisión de nombrar a estas figuras docentes como Maestra / o de Apoyo contempla la importancia de reconocer que para aprender hay que tener soportes, esto es, condiciones de posibilidad.
La autora define claramente a los / las Maestras, Maestros de Apoyo, como “soportes para que niños y niñas no queden sujetos/as a ninguna etiqueta, pero sí sujetados/as a un horizonte de prácticas pedagógicas,
en el que la enseñanza y el aprendizaje puedan tener lugar, puedan darse, suceder.
La intervención pedagógica de Maestras y Maestros de Apoyo, figura que inicialmente debía ‘recuperar’ aquello que faltaba en el aprendiz, se consolida desde el plano de la enseñanza, de la comprensión de las
formas de aprender de niños y niñas, desde las posibilidades de generar condiciones para tener deseos de aprender y en vinculación con el trabajo colaborativo inter pares, docentes y alumnos/as.
Se construye la identidad de esta figura enfatizando la responsabilidad que tiene la escuela, puesto que, como bien afirma Fátima, “las respuestas a las situaciones de aprendizaje se dan en y desde la escuela, no
derivando a consultorios y especialistas a niños y niñas que no aprenden”.
El trabajo docente de Maestras y Maestros de Apoyo junto al colectivo docente institucional construye lo público y lo social. No se relaciona ni con clientes de determinadas ofertas, ni con usuarios de distintos servicios, ni con objetos de caridad filantrópica afirma la autora.
El propósito y el contenido del trabajo docente es educar a sujetos de derecho, como contribución a la generación de condiciones de vida digna.
Y el trabajo docente es por definición ‘soporte social’, puesto que dispone de herramientas éticas,
teóricas y metodológicas de capital cognitivo, relacional y cultural, para habilitar condiciones y estrategias de aprendizajes en las que haya lugar para todas y todos las niñas y los niños. Y esta inscripción y filiación
como parte del colectivo que aprende, que puede aprender, fortalece el genuino interés de querer estar en la escuela, en tanto espacio democrático en el que se reconoce y se otorga valor a cada una y cada uno de
las alumnas y alumnos.
El trabajo docente de las y los Maestras, Maestros de Apoyo, se inscribe con meridiana claridad en la decisión política y pedagógica de generar condiciones de inscripción y ejercicio del derecho a la educación, vinculadas al acto educativo de reparar como compromiso ético.
En este sentido, la identidad de esta figura docente se vincula también a políticas de cuidado, al derecho a ser cuidado.
Estos tiempos de profundización de las desigualdades estructurales y de presencia de nuevas desigualdades, nos exigen comprender que el Derecho al Cuidado es soporte pedagógico puesto que:
a) se vincula necesariamente al aprendizaje como oportunidad y posibilidad de pensarse como sujeto
creador de un proyecto de vida en compañía de otros;
b) estructura relaciones pedagógicas democráticas, no sujetas a control pues están presentes las
expresiones y condiciones de cariño y de confianza, indispensables para disfrutar de la experiencia escolar.
c) nos sensibiliza y nos enseña a agudizar los sentidos para captar situaciones de padecimiento y articular
acciones anticipatorias.
La experiencia y la política educativa de inscripción de la Maestra, del Maestro de Apoyo escolar se
inscribe en estos núcleos de sentido, construyendo e institucionalizando una figura docente necesaria a una
política de Inclusión Educativa.
Las modalidades de organización y de distribución del trabajo de Maestras y Maestros de Apoyo los
constituyen en sostén de inclusión de prácticas educativas colectivas e individuales, con ejercicio de una
permanente vigilancia sobre formas de exclusión y marginación.
Son figuras de inclusión, puesto que en su propia génesis está la consideración y el respeto a niños y niñas en sus maneras subjetivas y únicas de existir.
Incluyen por sus responsabilidades de diseñar e implementar estrategias de enseñanza que contribuyan a evitar el fracaso escolar, reconociendo e interviniendo sobre las distintas formas de aprender.
Son partícipes de un paradigma de práctica educativa solidaria, de construcción de una densa y ampliada
red de solidaridades como garantía de certidumbre, de confianza y auto confianza, de seguridad para proporcionar el coraje imprescindible para ejercer la libertad y el deseo de experimentar (Bauman, 2004).
En síntesis, la política y la pedagogía que define a Maestras y Maestros de Apoyo Escolar nos propone,
como indica François Dubet (2005), poner en tensión discursos pedagógicos, prácticas escolares y modelos
institucionales de escolarización formulándonos consecuentemente la siguiente pregunta, ¿Qué es una escuela justa?
Este libro que nos permite compartir tan valiosa experiencia educativa, conforma también una producción académica de rigurosidad epistemológica, teórica y metodológica, un trabajo sostenido en una
bibliografía actualizada, pertinente y en un exhaustivo relevamiento de fuentes documentales, estadísticas y legislación educativa.
El cuidado en la justificación de los desarrollos argumentales se objetiva en las notas y anexos que completan cada capítulo del libro.
En síntesis, es un libro que contribuye a desarrollar un encuadre institucional, pedagógico y didáctico sensible y comprometido con el desarrollo de políticas de promoción de derechos, de intervenciones inscriptas en la justicia educativa y en las relaciones comprometidas, afectuosas con las familias y amorosas
con nuestros/as niños/as.
Nos propone la tesis de que la educación no sólo debe resistir a la desigualdad, sino que debe abrir en
cada momento una oportunidad para construir una vida más justa para nuestras niñas y nuestros niños.
Atender la diversidad sin descuidar la igualdad es un compromiso constitutivo del curso de la política,
de la misma experiencia pedagógica que nos comunica Fátima, desde la convicción de que la educación
pública “se rebela y se resiste a ser cómplice de transformar las diferencias en desigualdades”, (Frigerio,
G., 2006).
Desde la alegría que da el diálogo con un texto que produce conocimiento con base en prácticas pedagógicas situadas, me sumo a la invitación que realiza Fátima, de animar a escribir sobre las ‘buenas prácticas’ que tienen lugar en las escuelas públicas de los diversos territorios escolares.