Resumen:
La biofumigación es la supresión de plagas (FAO, 1995.) lograda con la acción de los compuestos de la descomposición de materia orgánica de origen tanto vegetal como animal.
Este método ha cobrado importancia desde que se comenzó a buscar alternativas en reemplazo del Bromuro de Metilo o disminuir la aplicación de otros pesticidas sintéticos.
Esta técnica consiste en distribuir el biofumigante uniformemente, incorporarlo al suelo y regar hasta saturar y cubrir o no con polietileno cristal.
Los biofumigantes más utilizados son estiércol de gallina, cabra,
oveja y vaca, como así también residuos de arroz, champiñón, aceituna y especies de la familia Brassicaceas como por ejemplo mostaza negra, mostaza blanca, repollo y nabo entre otras.
La bio-descomposición de los residuos de estas especies produce sustancias biotóxicas volátiles conocidas como isotiocianatos. Los factores que afectan la degradación de la materia orgánica son la textura, humedad, pH y temperatura del suelo entre los más importantes.
El ambiente tiene incidencia sobre la producción de biomasa y el desarrollo fenológico del cultivo biofumigante.
La biofumigación puede combinarse con otras técnicas como la solarización. Esta última consiste en la cobertura del suelo con películas de polietileno, lo que permite elevar la temperatura a niveles críticos y atrapar los gases tóxicos que emanan de la enmienda.